viernes, 6 de mayo de 2011

LA MITAD DE UN DÍA


El eco íncubo en ascuas
de retoño inmortal
donde algún Dios equivocado ,
dejó mi valle oscuro
con el propósito
de un fluido perfume .
Mi pecho, un caldero de pasiones ,
buscaba el murmullo
atrevido de tus manos
con sencillos deseos .
Llámame con tu vientre
súcubo
y deja que mi vulgar aposento
tiemble cuando eres toda mía .
Quiero ser,
la rima que devore tus ansias
en esa luna aniñada
cuando se escapa la noche.
Alguna mañana,
seré esa gota supina
deslizándose por tu cuerpo.
José Manuel Acosta.

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