Y se nos va la vida llamando al corazón todos los días, cómo
el avaro que se pasea en silencio a tu lado sin decir nada, siempre igual el
eterno egocentrismo de robusto acero en mi lánguida espada flexible.
No me deslizo sobre falsas virtudes porque no soy de piel de
arena cuando cumplo todas mis promesas, ni llevo la lengua esquiva, la que nada
dice y todo lo olvida porque dependo de mí mismo sin esperar nada de nadie evitándome
las decepciones.
Mi éxito radica en saber esperar los frutos que fueron
sembrados con paciencia, a veces hay que sacrificar un árbol para las nuevas raíces
de otro ,mientras uno te alimenta, el otro te dará calor, porque hasta el más
pobre de los pobres, tiene algo para dar, y el más rico algo que recibir.
No somos un error de la vida, somos nosotros los que hacemos
que la vida parezca un error, tú decides cómo vivir, puedes estar lamentándote
toda la vida, o acercarte al lado positivo de la misma, cuando la vida tiene la
importancia que tú quieres que tenga, es tan fácil como sentarte cuando estás
cansado.
No hablas por no herir a los demás, callas por el que dirán los demás, ríes para
contentar a los demás, lloras para dar pena a los demás, todo se hace por los
demás y nada por nosotros mismos, y no es tu exterior si no tu interior, él no
tiene prejuicios sobre ti, mírate al espejo.
Si no quieres perderte en el bosque, no mires hacía abajo,
mira la posición del sol,
no esperes a irte de esta vida cuando ya sea tarde para todo
porque tú, tienes las llaves de todas las puertas, que no es malo caerse, lo
malo es vivir caído.
José Manuel Acosta.
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