Te escucho sin verte, te acercas y sé que existes sin
haberte llamado,
he dudado hasta de mis palabras fatigadas
cuando improvisaba formas de vida
estridentes y sordas.
He llegado a ser una circunstancia real
y una realidad imaginaria
cuando oigo en mi recinto sagrado de sangre
las exclamaciones de dolor.
El silencio existe aunque no lo llames ,
el dolor lo tienes aunque no lo veas,
las heridas duelen aunque no te sangren
y personas que se van aunque nunca las despidas.
Tengo ese dolor donde caben todos los años
y toda la muerte
donde cabe todo el tiempo,
porque tengo el tiempo lleno de palabras
y las palabras llenas de silencios
si me voy
para no esperar las horas.
José Manuel Acosta.
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