miércoles, 13 de agosto de 2014

TRISTEZA

Hay vidas tan tristes, que no esperan mas que la propia costumbre de la existencia,
latidos sordos de un adiós vencido con la única apariencia del presente y entiendo,
que todos esperamos un futuro que a veces parece difícil porque se fueron todos los presentes de la vida.
Hay vidas tan tristes, que el dolor no te suelta y sólo eres un prepotente olvido engranando incertidumbres, cosechando el instante de la muerte.
No son ciertas las palabras que dicen: no te preocupes de lo que ha de venir porque el futuro es incierto, no son ciertas porque a veces, es la única esperanza a la que te aferras aunque esté lleno de espinas cuando es más el dolor del corazón que la propia herida abierta.
Nadie quiere escuchar palabras vacías, sin contenido, sin un mensaje de amor, pero amor de verdad, no ése amor que se llevan las formas de los adjetivos o los verbos sueltos que salen sin sentirlo, ni yo quiero ése amor falso e inútil, que a todos nos gusta la luna menos cuando la vemos a través de la lluvia aunque sigue siendo la misma luna.
Desgraciadamente veo a tantos hipócritas hablando de la verdad, de la amistad, del valor de la sinceridad y del amor, que me gustaría que le dieran la vuelta a sus manos para ver cuánta verdad hay escritas en ellas, que todo queda muy bonito cuando se dice, aunque yo prefiero callar y sentirlo.
Si no vas a cumplir tus promesas no me las digas, si vas a mentirme no hables, si no sabes amar, no me ames, pero no lastimes.
Hay vidas tan tristes, que hoy quiero ser sus tristezas, y ser sincero conmigo mismo, porque siempre, siempre, habrá un espejo mirando tu propia verdad.
Hay vidas tan tristes, porque hasta la tristeza es un sacrificio
que ni el propio sacrificio entiende.

José Manuel Acosta.

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