viernes, 8 de agosto de 2014

ÉSE DÍA


Mi boca es una sombra llena de silencios,
una religión de besos
rezando por tu cuerpo
los Aves María
que me llenan de sentimientos.
Eres la divina luz
que tiembla entre mis manos
enredándote en la noche,
cuando llora la tarde sus despedidas
gritando en mis ojos.
Antes que el viento ponga distancias
a las horas que me duelan en el corazón
intuyendo que el suspiro celoso de la muerte
quiera conocernos,
por primera vez rezaré
en el sagrado templo de los Dioses
para ser yo quien se ausente
porque sin ti, igualmente moriría.

José Manuel Acosta

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