martes, 5 de agosto de 2014

REFLEXIONES EXISTENCIALISTAS


Es serena la luz que sale de sus ojos,ella
me anega el pensamiento y a la vez me desconoce porque aunque no me concede ninguna soberana virtud, tiene la gentileza de mostrarme transparente como un bien sagrado que no finge palabras, es de delicado cuerpo, la que a veces me sostiene por momentos, la que escucha mis sueños sintiendo su dolor vaciando todas mis entrañas porque sabe, que nunca habré escrito mi última palabra.
Me gustaría concederme una tregua y suspirar por un rezo que consagre todas las religiones juntas cuando me ausento mirando al cielo, esperando una señal con la que poder empatizar.
Empatizar, que palabra maravillosa tan desvinculada de nuestro lenguaje, puede parecer hasta extravagante aunque de ella se evidencia el propio desarrollo de la madurez, no se trata de obtener satisfacciones a costa de toda lógica, pero alrededor de la empatía se concentra toda una gama de principios en la escala de valores.
Quien la usa diariamente se despoja de consejos absurdos y le devuelve a la soledad todas las causalidades del silencio, su disciplina puede dar sentido a la vida, pero resulta que desde que tenemos uso de razón, dejamos a la razón sin uso.
La vida debería ser en un modelo ecléctico de relación de ayuda, una triada terapéutica, que no es más que una tabla aritmética del ser o estar, es, congruencia, consideración positiva y la comprensión empática a cuya ecuación añado: concreción, confrontación, inmediatez y confidencialidad.
Siempre habrá tiempo de descorrer las cortinas.

José Manuel Acosta.

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