Toda la noche pensando en el olvido
y me olvidé que la noche también olvida,
después de no hacerle reproches a lo que escribo
me cubro de tiempo cuando amanece
y justo delante de mí,
la curiosidad se queda en silencio
huyendo también
de los recuerdos que se quedan a solas.
Exactamente igual que los dejé
en la página cincuenta y uno,
mil novecientos sesenta y tres libros
siguen abiertos
esperando un nuevo capítulo
para ser leído.
Cada vez que cierro uno
de mis libros,
un sueño se suicida
un año se termina
y un beso queda guardado.
José Manuel Acosta.
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