miércoles, 13 de agosto de 2014

TANTAS COSAS POR DECIR


Empecé a mirarla, como si de un momento a otro sintiese que me iba a quedar ciego.
Esculpí su cuerpo con mis labios y cosí con palabras todas sus heridas, que eran mías también,
luego, le di el olvido a sus tristezas encogiendo mi nariz cariñosamente; nos sentamos el uno frente al otro y supimos, que la vida era sólo nuestra que hasta el silencio nos comprendía.
Callamos nuestras bocas con un beso, interminable, con el escalofrío que sienten las horas cuando mueren sin importancia; dejamos caer nuestras manos lentamente esperando que la sangre, nos devorara con ansias todo lo que las palabras no pueden decir y empezamos a darnos el amor gota a gota sin reproches, tan sencillo como ver su alma en la mía para ahogar en te quieros al corazón, apagamos la luz que se interponía entre nuestras miradas dejando un grito suspendido sin dolor, sin sufrimiento.
Al final, ni la muerte nos importaba, comprendimos que el amor y la vida, son dos personas viviendo en una sola.

José Manuel Acosta.

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